Este fin de semana cierra la tercera edición del Festival Beckett de Buenos Aires. Se realizó simultáneamente en Rosario y Capital Federal y los elencos de actores vinieron de diversos paises cómo Irlanda, Brasil y Chile. Revistaenie.com charló sobre el presente y futuro del festival con su organizador, Patrico Orozco.
Por: Andrés Hax
Fotos Videos PATRICIO OROZCO, el director del festival, cuenta cómo nació su interés por Samuel Beckett.
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COMEDIA. Carla Peterson, Mario Mahler y Esmeralda Mitre en la obra de Samuel Beckett, Comedia, del Festival Beckett Buenos Aires 2006.
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Una vez —lo juro— vi a Samuel Beckett aquí en Buenos Aires. Yo estaba bajando en bicicleta a toda velocidad un domingo por la tarde por la calle Corrientes a la altura del Abasto (antes que el Abasto se convirtiera en shopping pero mucho más tarde de que fuera un mercado). Y allí, parado en una esquina, como esperando para cruzar la calle, lo vi (fue un milisegundo) con su sobretodo gris y sus anteojos de Trotsky y su pelo gris parado. Pero era el invierno de 1996 y Beckett murió en 1989. Igual, juro que lo vi. No a alguien que se parecía a Beckett o un fantasma de Beckett. Vi a Beckett. Tal vez se había escapado del Aleph en la calle Garay para tomar un café por allí, o para caminar las infinitas cuadras de Buenos Aires para estirar sus piernas un rato antes de volver al otro lado.
Cuento esto no solo porque es verdad sino también para ilustrar la devoción que inspira el escritor Irlandés en sus acólitos, dentro de los cuales me cuento. No sé si Patricio Orozco, el joven director del Festival Beckett Buenos Aires ha tenido una visión post-mortem del flaco, melancólico y elegante escritor. Pero tras un encuentro casual con una obra de Beckett en un taller de teatro en el 2004 Orozco se ha dedicado a la obra del irlandés con el fervor de un discípulo. Aparte de dirigir el Festival Beckett Buenos Aires anualmente desde el 2004, ha dedicado sies años a escribir una biografía (aun inédita) sobre el autor irlandés para la cual viajó a París y Londres para entrevistar a miembros del circulo íntimo del escritor y "caminar las mismas calles y tomar en los mismos cafés" que Beckett. Viajó hasta allí con la única intención de ver el mundo a través de sus ojos.
Este fin de semana concluye la edición 2009 del festival y el viernes, sábado y domingo habrá una excelente variedad de obras, tanto en Buenos Aires cómo en Rosario, tanto para los neófitas al mundo dramatúrgico del escueto y melancólico Beckett como para sus amantes incondicionales.
De las obras que se pueden destacar esta Rockaby, un desconcertante monologo, protagonizado por Chunchuña Villafañe que es parte de una trilogía de obras breves dirigida por Cecilia Propato que se puede ver en el Espacio Cultural Pato de Ganso (Pasaje Zelaya 3211. Tel. 4862-0209).
(Para el resto de la programación vayan al sitio del Festival Becket Buenos Aires y para ver partes de la entrevista con Patricio Orozco vean los videos adjuntos a esta nota.)
Charlamos con Orozco una tarde lluviosa y soleada a la vez en un café delante de la Casa del Teatro de la Calle Santa Fe donde estaba ensayando una de las obras del festival.
¿Cómo ha evolucionado el festival en sus tres años? ¿Qué balance hace de la experiencia hasta ahora?
Lo que yo fui viendo a lo largo de los años del festival es que cada vez más jóvenes presentan obras y proyectos. Y lo que sucede interesante es que a la par que los jóvenes presentan sus obras también hay actores que están pegando la vuelta, que empiezan a compartir escenario con los jóvenes. Este año, por ejemplo están Chunchuña Villafañe y Nélida Romero...Y lo que pasa es que esa unión se da en el escenario, pero también fuera del escenario. Cada generación va descubriendo la otra.
En las obras que se presentan en el festival hay modificaciones de los textos de Beckett. Yo tenía entendido que el odiaba cuando le hacían eso. ¿Te preocupa algo este tema?
No, no para nada. El era muy puntilloso cuando lo dirigía otro pero él con sus textos reescribía mucho y si veía en un ensayo que no andaba algo hacía modificaciones. No estaba muy atado a lo que había escrito originalmente. Cuando lo dirigían otros, si era muy estricto. Pero yo creo que los textos resisten los cambios. Hay que tener cuidado y tomarlo caso por caso.
Hablaste de los actores jóvenes. ¿Qué puede aprender un actor joven de actuar Beckett? Ya que la mayoría de sus obras son muy minimalistas, a veces el actor es solamente una voz...
En general los actores siempre te plantean la dificultad de estar más acotados. Pero lo que yo veo es que hay mucha pasión con los textos. Y lo que nosotros hacemos en el festival es sumar nuevas disciplinas, como el danza-teatro. Lo que apareció en esta edición con un elenco chileno fue increíble. Porque allí nos dimos cuenta de cómo cuando un bailarín lee un texto de Beckett ve todo los movimientos que para nosotros son como cíclicos ellos lo ven como una corografía. Toman los movimientos que en el texto se repiten como un mantra y lo resignifican de una manera muy interesante.
La obra de Beckett fue disminuyendo a lo largo de su vida: en la extensión y en los movimientos y palabras de sus personajes. ¿Tiene una teoría acerca de este movimiento hacía la austeridad visual y verbal?
Bueno, yo ahora hace poco terminé de escribir la biografía de él...Yo identifico dos pasos muy claros que dio. Uno, que es muy evidente, es cuando el empezó a escribir en francés. Beckett era un gran memorioso. Te podía decir la Divina Comedia de memoria y Shakespeare lo sabía todo. Entonces para mí —para mi y para un montón de gente— el pasaje al francés es tratar de ser más auténtico, en el sentido de que cuando el escribiera no estuviera a su vez a un autor que el tenía en la cabeza. Que la frase que el describía no le sonara nada conocido. Porque es muy difícil cuando tenés todos esos libros en la cabeza empezar a escribir y no copiar...
Esa es la primera ida hacia una síntesis. Y después hay una anécdota que es muy curiosa. En la segunda guerra mundial él participa en una célula de la resistencia, que se llama Gloria, en Francia. Y la tarea que la hacían era hacer los partes que se escribían en los famosos microfilmes. Y allí no entraban más de treinta palabras, por ejemplo. Entonces su tarea era ser muy sintético y preciso en la elección de palabras para pasar una información que después iba en un tubito para para en París... Y allí, después de este incidente, después de la segunda guerra, uno ve que cambia su prosa. Las frases son muy precisas. Son cortas. Le quedó algo de ese ejercicio en la resistencia.
Hay una aparente dicotomía entre su obra y su vida. En el sentido que su obra es muy parca, los personajes están abatidos... Pero Beckett era una persona muy generosa y expansiva con sus amigos...
Yo no lo veo como una contradicción. El tenía muy buen humor. Era muy dado con el tema del dinero. El le mandaba plata a los amigos diciendo "Ayer soñé que te faltaba guita." Y así. Lo mismo con el Premio Nobel, lo regalo a sus escritores amigos jóvenes para incentivarlos.
Pero yo no veo una dicotomía. El era una persona muy sola, en un punto pero creo que el se planteaba que lo que le pasaba adentro de su cabeza era mucho más interesante de lo que le pasaba afuera. El tenía una casa de fin de semana en las afueras de París, por ejemplo, donde el se retiraba. Y en la casa había una sola silla. Si voz ibas a reunirte estabas vos en la silla, el tirado en la cama – y si había un tercero se quedaba parado. Tiene como ese mundo de soledad, de mirar lo que pasaba. Le gustaba mucho caminar, y caminatas largas.
¿Que de nuevo va a aportar tu biografía comparado con todas las otras que existen?
A mi lo que más me importaba era caminar por las calles donde caminó el, sobre todo. Estuve en Inglaterra en las casas de sus familiares donde se quedaba. Ir a ver los cafés donde iba. Más que nada quería tener un panorama del contexto en cual el se movía. Y después todo esta dentro de su cabeza.
¿Finalmente, que se puede esperar para el festival del año que viene?
El año que viene esperamos traer a Rick Cluchey, el director del San Quentin Drama Workshop, que es un grupo de teatro fundado en la cárcel se San Quentin y dode dirigió Beckett mismo. También queremos traer al fotógrafo John Minihan que hizo mucho de los retratos más famosos de Beckett. La idea también es que el festival se haga siempre en Buenos Aires y una ciudad del interior, simultáneamente y que las producciones del interior se vengan para acá y visa versa. Vamos a ver cómo vamos evolucionando.
Mensaje de Lucía Folino a revista Ñ:
Andrés Hax, Orozco: son retruchos.
Como yo inicié un blog AMANTE DEL ABSURDO y otro SOBRE BECKETT, ESPERANDO A GODOT, clarin (el más trucho de todos) les presta pantalla de revista enie (Ñ).
Pero, al menos podrían usar un corrector, los párrafos mal construidos y las faltas de ortografía son escandalosas.
Muchachos, Beckett fue discípulo de Joyce.
Ustedes no pueden jugar el papel de estudiosos ni en figuritas.
Te podía decir (hay una palabra que es recitar que se aplica a este caso concreto) la Divina Comedia de memoria y Shakespeare lo sabía toda. Entonces para mi —para mi (este "mí" va acentuado, éste no porque cumple función adjetival de mí) y para un montón de gente— el
pasaje al francés es tratar de ser mas (lleva tilde) auténtico, en el sentido de que cuando el -...- escribiera no estuviera (estuviese) a su vez a un autor que el tenía en la cabeza. Que la frase que el describía no le sonara nada conocido. Porque es muy difícil cuando tenés todos esos libros en la cabeza empezar a escribir y no copiar...
Uf... mejor no sigo. Se supone que es una de las revistas literarias de mayor circulación del país.
Es lo que tiene la Kultura de los que compran títulos por internet.
Segundo comentario:
¿visa versa?
¿y dónde está la gita?
Entiendo. Es una joda para ver cuántos lectores reaccionan. ¿No?
Como todo verdadero escritor, se refugió en la soledad de su visión del mundo. Era sin duda un loco de la colina.
ResponderEliminarEn cuanto a la nota, ¡espero que ese Beckett que viste en la calle no la haya leído! A veces no hace falta comprar títulos por Internet. A veces los universitarios cometen horrores de ortografía. Ya nada me sorprende.
¡Saludos!